Por todos sitios leemos y escuchamos el término “inteligencia
emocional”, y es cierto que empezamos a tener una ligera idea de lo que es. En palabras
sencillas podemos decir que la inteligencia emocional intenta que las personas comprendan sus
propias emociones, y las emociones de los demás, de modo que sepan utilizarlas
y puedan tener relaciones sociales favorables con su entorno.
Pero dejando a un
lado la maravillosa teoría, (eso se lo dejamos al gran Daniel Goleman) ¿sabemos ponerla en práctica con nuestros niños?
Una de las formas mas sencillas y quizás mas prácticas para
los padres, es el uso de los cuentos.
No sólo es importante leerles un cuento (o que lo lean ellos
mismos) si no tener una conversación sobre lo que han leído. Ya sea por
capítulos o tras finalizar el cuento completo, lo mejor que podemos hacer es
conversar a través de las preguntas, por ejemplo:
- ¿cómo crees que el protagonista se sintió cuando su amigo se enfadó con el?
- ¿Y cuando encontró el gran tesoro?
- ¿Por qué crees eso?
- ¿Alguna vez has sentido algo parecido?
- ¿ Crees que ese sentimiento le sirvió para darse cuenta de que realmente no eran buenos amigos?
- ¿Tu como habrías actuado en su lugar?
Eso son solo unos ejemplos a modo estándar, que habría que
ir adaptando a cada cuento.
A la vez que trabajamos las emociones, estamos trabajando la comprensión lectora.
A la vez que trabajamos las emociones, estamos trabajando la comprensión lectora.
Por otro lado, se recomienda que dichas preguntas ¡no se
hagan a modo interrogatorio! Pues a nadie le gusta que le avasallen con preguntas,
si no mas bien a modo conversación.
Al final, los cuentos son una forma muy útil de trabajar las emociones y la empatía y de pasar un buen ratito con los peques. Al fin y al cabo, a ellos lo que mas
les gusta, es pasar tiempo con su familia.
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